Hoy interrumpimos la Cuaresma para celebrar a San José. De todos los santos, cae en una categoría él solo, allí justo después de la Santísima Virgen María. Cuando Dios Padre mandó a su Hijo al mundo, lo encargó a San José. Eso es todo lo que necesitamos saber, y quizá es por eso que los Evangelios dicen muy poco de él. Si José era la persona que el Padre escogió de manera especial, debemos considerar hacerle a José uno de nuestros santos-amigos principales.
Podemos aprender más sobre San José del cuento de José de Egipto en el Libro de Génesis (cap. 17-50). Este José era como un precursor a nuestro gran santo. Cuando hace poco leí su cuento, José de Egipto me impresionó por ser muy hábil. Primero, sus hermanos lo vendieron a la esclavitud, pero una vez en Egipto, se hizo el sirviente de confianza de un oficial de alto rango. Cuando lo metieron a la cárcel por acusaciones falsas, el encargado principal lo hizo supervisor de los otros prisioneros. Después, los talentos de San José lo ayudaron a subir a una posición alta en el servicio del Faraón, y se hizo la mente maestra quien hizo reservas de provisiones suficientes antes de que llegara la escasez de comida. “Juntó alimento como quien junta arena del mar, y fue tanto lo que recogió que dejó de contabilizarlo. ¡Ya no había forma de mantener el control!” (Gen 41:49). Cualquier cosa que hizo José prosperaba porque el Señor estaba con él.
Eso es la historia de fondo de San José, el santo de la Providencia Divina, el santo quien cuidaba al Hijo de Dios. José era un hombre de hechos, no de palabras. Cualquier cosa que hacía, prosperaba. Seguro Jesús estaba pensando en José cuando dijo, “¿Dónde se halla un mayordomo fiel y prudente a quien su señor deja encargado de los siervos para repartirles la comida a su debido tiempo?” (Lk 12:42). ¿No te suena como un santo que quisieras tener trabajando a tu lado?
Y José quiere “trabajar” para nosotros cuando le pedimos que intercede por nuestras necesidades. Es el santo patrono de los trabajadores, de aquellos buscando trabajo, de la provisión de todas las necesidades. Santa Teresa de Ávila dijo, “No me acuerdo de ninguna vez que le haya pedido algo y no me lo haya concedido.” También José es el patrono especial de padres y de la muerte santa.
Una devoción popular en esta fiesta incluye el costumbre italiano de la mesa de San José. Implica poner un santuario sencillo en la casa o tienda de uno, con una mesa llena de comida para ofrecer a cualquier persona que pase por allí. Es un recordatorio hermoso de que no solamente intercedemos a San José para nuestras propias necesidades sino también buscamos seguir su ejemplo ayudando a los demás.
San José, ¡ruega por nosotros!